Durante el año 2017 el mundo entero conmemora el 200 aniversario del Nacimiento de Bahá'u'lláh, quien es considerado por millones de personas de prácticamente todas las procedencias religiosas, culturales y étnicas como el precursor de una nueva era en la que las tiranías e injusticias del pasado serán reemplazadas por un mundo de paz, justicia y unidad entre las naciones, como resultado del esfuerzo concertado de la humanidad.

El Educador Divino

Nacido en Irán (Persia) el 12 de noviembre de 1817 en el seno de una familia noble, el Fundador de la Fe Bahá’í, Bahá’u’lláh -cuyo nombre significa Gloria de Dios-, destacó por Su sabiduría y bondad desde la infancia. Ya en Su juventud, en lugar de aceptar la carrera ministerial que se le ofrecía, prefirió dedicarse a obras benéficas y llegó a ser conocido como
«Padre de los pobres».

Sin embargo, no fue hasta 1852, a la edad de 35 años, estando encarcelado en Teherán por su adhesión al movimiento del Báb -La Puerta-, precursor de la Fe Bahá’í, cuando recibió el llamamiento de Dios para convertirse en el Portador de una nueva Revelación Divina que cumpliría las promesas de retorno hechas por las religiones anteriores y que traería los recursos espirituales necesarios para reorganizar la sociedad y unificar a todos los pueblos del mundo.

Bahá’u’lláh llevó a cabo Su misión como Mensajero de Dios en los últimos 40 años de Su vida. Fueron años caracterizados por privaciones, cárcel y exilio. A pesar de ello, durante ese tiempo fluyeron de Su pluma una gran cantidad de versos, cartas y libros, considerados por Sus seguidores como la nueva guía de Dios para la reconstrucción espiritual, moral, económica y política que conducirá a la inauguración de una nueva civilización mundial. En Sus escritos, Bahá’u’lláh responde tanto a cuestiones teológicas y filosóficas que han preocupado a la humanidad desde hace milenios, como a preguntas que se hacen los pensadores contemporáneos acerca del mundo actual. En un contexto más amplio, los escritos de Bahá’u’lláh iluminan un sendero de posibilidades inusitadas para la raza humana, apelando a la evolución tanto de los individuos como de la organización social.

La vida y escritos de Bahá’u’lláh cautivaron y ejercieron tal atracción entre sus coetáneos que miles de ellos dieron su vida por Él y se dedicaron a extender Su Causa por todos los continentes. Hoy, cuando se cumplen 200 años de Su nacimiento, la Fe de Bahá’u’lláh está esparcida por todo el mundo y abarca a 2.100 grupos étnicos que componen la comunidad más diversa del planeta. Sus escritos y misión son cada vez más conocidos, y millones de personas están aprendiendo a aplicar Sus enseñanzas en sus vidas y en sus comunidades para lograr el mejoramiento del mundo.

Bahá’u’lláh es considerado por millones de personas de prácticamente todas las procedencias religiosas, culturales y étnicas el precursor de una nueva era en la que las tiranías e injusticias del pasado, como resultado del esfuerzo concertado de la humanidad, serán reemplazadas por un mundo de paz, justicia y unidad entre las naciones.

Bahá’u’lláh emergió en un contexto de expectativa mesiánica en el que diferentes movimientos religiosos de todas partes del mundo esperaban la llegada del Prometido. En occidente los más conocidos eran los milleritas de Estados Unidos, que esperaban la venida de Jesús en las montañas, y los Caballeros del Templo alemanes que se trasladaron a Haifa (Palestina) para esperar al Señor de las Huestes prometido en la Biblia. También brotaron movimientos mesiánicos dentro del islam chií, siendo el más significativo el shaijismo de Persia, que preparó a un gran número de discípulos para la aparición del Mahdí prometido. Así que, cuando Siyyid Alí Muhammad, El Báb, declaró en 1844 ser el nuevo Mensajero de Dios que anunciaban las escuelas mesiánicas, muchos antiguos shaijís lo aceptaron inmediatamente. Se había inaugurado una nueva dispensación religiosa.